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No son horas, ¿verdad?

No sé qué hago por estos lares, tan sólo sé que llevo dando vueltas desde las 4:15 y me tocaba hacer algo productivo. Cuando he oído eso de productivo en mi cabeza no me lo he pensado ni un momento: he abierto Blogger con la intención de actualizar después de un par de semanas de silencio (sí, lo sé, soy muy dejado. No hace falta que me recriminéis). ¿Tan rápido pasa el tiempo? Será que cuando tienes tantas cosas que hacer y pensar todo transcurre de un modo muy distinto al habitual. Y sin embargo, si repaso estas dos semanas, me encuentro con que hay una infinidad de cosas que me han sucedido.

Cuando he abierto mi perfil de Blogger ya casi se me habían pasado las ganas de ser productivo y hacer alguna reseña. Y después de echar un vistazo a todas las actualizaciones del escritorio esas ganas se habían desvanecido por completo. Lo achaco a diversas razones. Una de ellas, creo que la que más me ha disuadido, ha sido contemplar esas actualizaciones de diversos blogs en el escritorio. Simplemente con leer las primeras líneas de todas esas entradas (o incluso sólo el título) me aburría y casi nada llamaba mi atención. Tantas actualizaciones repitiendo lo mismo. Tantas voces dando datos a diestro y a siniestro. Tantos blogs que ni sé por qué sigo, si sólo se limitan a copipostear información. Tantos blogers que ni siquiera revisan sus entradas para ver si comenten faltas de ortografía...

Quiero originalidad y coherencia. Y en muchas ocasiones brilla por su ausencia. También es cierto que hay blogs literarios que son geniales, de arriba a abajo. Y esos se merecen un aplauso, pero últimamente, no sé por qué, no me llaman tanto la atención. Prefiero leer reflexiones, anécdotas. Algo que me parezca interesante, porque esa información literaria ya la poseo. ¿Será que estoy madurando? Obviamente, tengo predilección por aquellos que conozco personalmente, como el boinas o la letrera, aunque hay otras personas que sigo asiduamente y sólo he visto una vez, como Sidel, Jara o la Oro (qué grande es esa mujer. Es una delicia leerla; sobre todo cuando habla del premio). Y por supuesto todos esos desconocidos que redactan bien y me tienen enganchado. Como Fer Alcalá (al cual, por cierto, debo una reseña, sin que él lo sepa).

Hay más gente, pero esto no prometía ser un post recopilatorio. Es más, tampoco sabía de qué iba a terminar hablando. Cuando he abierto esta entrada sólo quería dejarme llevar. Escribir para mí, para vosotros, sin pensar en ser objetivo e imparcial. De tú a tú. Porque al igual que últimamente me llaman más las reflexiones, curiosidades o anécdotas, también me atrae escribirlas. No creáis que desaparecerán las reseñas; eso no es información, en el fondo es opinión. Y yo últimamente estoy ofreciendo mi opinión hasta cuando me dicen que me calle. ¿Será que he madurado, como decía antes? Siento que divago, pero tampoco pretendía ser muy concreto.

Supongo que esto es mi declaración definitiva de lo que quiero que sea el blog. Ya tengo un espacio, El Tiramilla, donde ser más "profesional". Y este lugar quedará para todo aquello que no tiene cabida allí, para reseñas no muy actuales, paranoias sin sentido y entradas a altas horas de la noche (o de la mañana, para ser más exactos) en las que me despeloto un poquillo.

Ya son las 6:42. Las cosas que suelta uno por esta boquita cuando no duerme bien. Aunque son las cosas que necesito gritar de vez en cuando. Todavía no ha amanecido, pero hoy no quiero hablar de amaneceres que pillan de improvisto.

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No son horas, ¿verdad?