jueves, 26 de mayo de 2011

Something around anything

El silencio.
Lo amo y lo detesto a partes iguales; a veces intento evitarlo y otras lo busco con fruición. -Callad, por favor, seré breve-

Una parte de mí, la timidez que me persigue desde hace muchos años y que gusta del anonimato, añora esos silencios. Y los crea. Pero la otra parte... -¡ay, la otra!- Ella es capaz de destrozarlos en los momentos más inoportunos con verborreas de las que luego me arrepiento. Porque, cuando hay confianza, las palabras salen de mi boca una tras otra.
Y no me disgusta.
Y lo hago continuamente.
Y a veces incluso vivo de ello.

Pero esas palabras quieren respuestas. No desean el silencio.
Sé que muchas veces debería elegir mejor mis momentos de mutismo, y también esas palabras que lo rompen. Mas lo dicho, dicho está. Tanto lo escrito como lo hablado y eso no se puede cambiar. Y vosotros, tanto Uno como Otra, a pesar de que ni siquiera os conocéis entre vosotros, deberíais entenderme mejor que nadie. Mis silencios y mis palabras.
Y deberíais saber dos cosas: tú, Uno, que a veces una escueta respuesta es tan mala como el peor de los silencios, al menos si esas palabras confidentes requieren un mínimo de atención por parte del receptor; y tú, Otra, que ha de existir un equilibrio entre tus geniales respuestas y tus mutismos, que no se puede mostrar tan pronto una cara como la otra, porque confundes.
O en tu caso, Otra, nos confundimos mutuamente, porque en ocasiones actuamos de forma similar: parecemos amar y detestar el silencio a partes iguales. En ese aspecto encajamos bien. Aunque tú, de momento, no lo veas. Pero espero que lo percibas. –Espero-

Se dice que todos los escritores siempre tratamos los mismos temas, enfocados de distintas formas. Y empiezo a darme cuenta de que eso me sucede a mí. Porque parece que hoy también hablo de Dualidades; de silencios y de palabras. Aunque de una forma totalmente distinta.
Pero en el fondo son dualidades.
Y es que las dualidades siempre me han perseguido y de forma continuada me han puesto en la encrucijada, obligándome a elegir un camino. ¿Y qué ocurre si yo no quiero elegirlo, si quiero ambos caminos y, al mismo tiempo, ninguno de ellos? He de salir campo a través. O crear mi propio sendero. -Y eso es lo que estoy haciendo-

Para terminar esta confusa amalgama de imprecisiones, un último detalle: ¿qué hacer cuando quieres gritar y al otro lado sólo hay silencio? Hablo de un silencio congelado que no responde. Ahí va. { } –Disfrutar del silencio llenándolo de palabras mudas, que no invisibles-

2 comentarios:

sidel dijo...

Estos post tan personales, a veces son dificiles de entender...
Cuando quiero gritar y al otro lado hay silencio, que me ocurre con muchos temas en la vida, me desahogo haciendo otras cosas o hablando con gente que me escucha e intenta entenderme. Por cierto el cuadro de El grito, lo tengo en el salón de mi casa y nunca me canso de mirarlo. Saludos.

Sheikh dijo...

Sí, este post en concreto es críptico a más no poder xD.

¡Me encanta ese cuadro! De pequeño lo odiaba, no sé por qué, pero ahora me encanta. Se le pueden sacar tantas interpretaciones... ;)