jueves, 14 de abril de 2011

After the Storm

Dicen que después de la tormenta viene la calma. También dicen que tras las grandes tormentas no todo termina, que siempre quedan pequeñas repeticiones a menor escala. Como en los terremotos.

Desconozco si esto último es cierto, pero lo que sí sé ahora mismo es que yo comienzo a controlar esta tormenta que dejaba entrever en la anterior entrada. Parece mentira cómo pueden rotar con tanta facilidad esos prismas con los que observamos la vida.

Y ahora también sé que hay pocas cosas comparables a un día de soledad en Madrid para llegar a buenas conclusiones. Entre tanta gente caminando por la Gran Vía, algunos con rumbo y otros sin él, entre inmensas sentadas en el césped, mientras llegan hasta tu nariz aromas de desconocidos y volutas de humo que despejan tu mente. Pasear y tumbarse; buena música en los oídos, un nuevo libro poco melancólico en el regazo y un boli deslizándose entre los dedos al tiempo que la hierba hace cosquillas en tus pies. Hacer todo y nada al mismo tiempo. Dejar fluir los segundos, las horas, lentamente. Ser libre. Sentirse libre.

La foto que ilustra la entrada forma parte de esa apacible soledad, de esas agradables sensaciones. La tomé en medio de esos instantes que se dejan entrever aquí. Y sí, estos son mis pies, agotados pero radiantes, en ese buen día sin rumbo fijo por Madrid que fue ayer.

1 comentario:

Sidel dijo...

Yo a veces también me obligo a parar, a veces en vez de ir derecha a meterme bajo tierra, ahora que el sol nos acompaña, les ordeno a mis pies pertenecer a la superficie y ando hasta que me canso y tengo que coger de nuevo un medio de transporte para llegar a mi casa. Pero se agradece esos momentos de libertad! ;) Me alegro de que tuvieras un buen día.